Jornadas Nacionales Sobre Cambio Climático

Sede Rosario

Varias veces en la que han previsto el cambio climático

QQ.·.HH.·. todos

En un escrito el H:. Australiano Goeffrey Ludowyk utiliza el término “greenMasonry” o “masonería verde” haciendo propio una inquietud que enfrenta todo francmasón con respecto al legado que dejamos a las siguientes generaciones que habitarán estas tierras y en el mundo entero.1 Y me generan las siguientes preguntas: respirarían este mismo aire? Que pasaría en el hipotético caso que no se genere ninguna acción para la protección del medio ambiente?

Al adoptar la postura de que la masonería verde es una actitud proactiva a remediar mediante la educación y actos propios a generar consciencia sobre nuestro impacto en el medio, es seguir con los lineamientos de la masonería universal, que es la de hacer este mundo mejor.

Los diferentes estudios respecto al tema están debidamente publicados y luego mediante una breve reseña histórica, se evidencia que la preocupación por el impacto de la industria fue en sus mismos albores, pero claramente de menor importancia.

No podemos evitar todas las consecuencias de esta crisis ecológica, pero comprometernos a actuar hoy, a ser conscientes de los desechos que hacemos, del uso racional de los recursos, y principalmente del legado educativo a las futuras generaciones. El único cambio real es a través del conocimiento de nosotros mismos, así para tener y generar consciencia que somos uno con el universo, con la naturaleza…

Varias veces en la que han previsto el cambio climático

Una primera aproximación fue en 1820 Jean-Baptiste Joseph Fourier (matemático y físico desarrollador de la transformación matemática que lleva su nombre, consiguiendo resolver la ecuación del calor. Fourier se descubrió que el calor terrestre no correspondía a lo que sus cálculos indicaban. Planteado el problema, sugirió algunas soluciones, entre las que se encontraba el “efecto invernadero”. Este fenómeno explica que el calor que llega a nuestro pequeño planeta es atrapado por la atmósfera pero le fue imposible comprobarlo por no tener tecnologías necesarias.

Luego Arrhenius en 1896, al desarrollar una teoría para explicar las edades de hielo, fue el primero en utilizar los principios básicos de la química física para calcular las estimaciones de hasta qué punto el aumento del dióxido de carbono atmosférico (CO2) aumentará la temperatura de la superficie de la Tierra a través del invernadero efecto. Contando con estudios de espectrocopías de infrarrojo, apuntando a la luna llena, pudo obtener bandas de vibración y así estimar los niveles del gas carbónico. Estos cálculos lo llevaron a concluir que las emisiones de CO2 causadas por el hombre, por la quema de combustibles fósiles y otros procesos de combustión, son lo suficientemente grandes como para causar el calentamiento global. A pesar de su éxito como físico, nadie creyó su hipótesis sobre el calentamiento global, hasta que estamos viendo que se cumple bastante bien, una centuria después.

En los cincuenta, el físico Gilbert Plass, recogió la voz de varios científicos especialmente preocupados por la notable subida de temperatura. Continuando el trabajo de otros, Plass advirtió a la comunidad que más dióxido de carbono significa más temperatura. En concreto, vaticinaba que doblar la cantidad atmosférica supondría un aumento de entre tres y cuatro grados, es decir, un grado con uno por cada cien años, según sus cálculos.

Plass contaba con el poder de los primeros ordenadores para hacer cálculos mucho más difíciles que en otras circunstancias, teniendo a su servicio la capacidad de resolver modelos mucho más complejos. Sin embargo, no sería capaz de convencer por completo a la comunidad científica. Las ideas de Plass fueron descartadas abogando porque el océano sería capaz de absorber todo el CO2 necesario.2

Pero no fue hasta 1958 que el científico Charles David Keeling, quien alertó por primera vez, con datos irrefutables, que el dióxido de carbono estaba provocando (tal y como habían predicho cientos de colegas científicos antes que él) un cambio climático considerable.3

Esto sirvió para eliminar la idea de la absorción marina: el océano no estaba siendo suficiente para asumir todo el dióxido que somos capaces de arrojar, según mostraban los resultados. Es más, Keeling apuntó mediante sus experimentos que el autor de ese cambio era el ser humano, convirtiéndose en uno de los principales autores capaces de demostrar el calentamiento global antropogénico. Keeling consiguió, por fin, que la comunidad científica se tomara más en serio el cambio climático.

Syukuro Manabe y Richard T. Wetherald crearon el primer modelo climático moderno. Uno de los principales problemas a los que se han enfrentado todos los científicos mencionados anteriormente es que ninguno contaba con un modelo preciso capaz de controlar toda la inmensidad de variables con las que cuenta el clima. Manabe y Wetheral lograron una simulación muy acertada. Tanto es así que su modelo ya predecía el cambio climático que estamos observando 50 años después. Lo especial de su modelo no era contar solo con las variables, sino con la relación entre ellas.4

A partir de las observaciones los investigadores ya alertaban, entonces, que doblar la cantidad de CO2 suponía elevar la temperatura del planeta en unos 2ºC. Las cifras se acercaban cada vez más a la realidad.

En 1987 el seguimiento observacional de la capa de ozono, llegó a la conclusión de que dicha capa puede considerarse seriamente amenazada como producto de la actividad humana. Este es el motivo principal por el que se reunió la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de septiembre de 1987, firmando el Protocolo de Montreal. En 1994, la Asamblea General de las

Naciones Unidas proclamó el día 16 de septiembre como el Día Internacional para la

Preservación de la Capa de Ozono.5

Para preservar la capa de ozono se tomaron políticas y compromisos de los Estados para disminuir a uso cero compuestos químicos como los clorofluorocarbonos (CFC, refrigerantes industriales, propelentes), y fungicidas de suelo (como el bromuro de metilo) (Argentina, 900 toneladas/año)6 que destruyen la capa de ozono a un ritmo 50 veces superior a los CFC.

En 1989, James Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, en Nueva York, publicaba un devastador estudio que preveía el futuro del cambio climático desde diversas perspectivas. Los resultados, no eran nada buenos. Hansen, en su informe, anunció que en el año 2000 podría medirse con exactitud este cambio.7

Efectivamente, a día de hoy, podemos observar que sus cálculos aciertan con mucha exactitud en cuanto al calentamiento global, 30 años después. A pesar del debate, los datos de Hensen fueron cruciales para entender la progresión del aumento de una manera más precisa y concreta. En ese mismo año, y en vistas al debate creciente, se creó el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, más conocido como el IPCC.

En el 2005, el Protocolo de Kyoto fue el primer intento oficial gubernamental, a gran escala, que trató de poner medidas de compensación y paliación por el cambio climático. En realidad esta no se puede considerar propiamente una las veces que nos hemos adelantado al cambio climático, ya que, en muchos sentidos, pone el punto y seguido a la discusión y da comienzo a una nueva fase: la de acción. El protocolo forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. El protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en ese entonces no pudo hacer la CMNUCC.

La decimoctava Conferencia de las Partes (COP 18) sobre cambio climático ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto desde el 1 de enero de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2020.

La duración de este segundo periodo del Protocolo será de ocho años, con metas concretas al 2020. Sin embargo, este proceso denotó un débil compromiso de los países industrializados, tales como Estados Unidos, Rusia, y Canadá, los cuales decidieron no respaldar la prórroga.

1 – http://www.freemasons-freemasonry.com/nature-freemasonry.html

2 – PLASS, G. N. (1956), The Carbon Dioxide Theory of Climatic Change. Tellus, 8: 140-154.
doi:10.1111/j.2153-3490.1956.tb01206.x

3 – Anal. Chem.201082197865-7870

4 – Manabe, S. and R.T. Wetherald, 1975: The Effects of Doubling the CO2 Concentration on the climate of a General Circulation Model. J. Atmos. Sci., 32, 3–15, https://doi.org/10.1175/15200469(1975)032<0003:TEODTC>2.0.CO;2

5 – https://es.wikipedia.org/wiki/Capa_de_ozono; Resolución 49/114 de la Asamblea General de las Naciones Unidas designando el 16 de septiembre como Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono.

6 – «INTA Balcarce – Sobre el bromuro de metilo y su eliminación». Archivado desde el original el 23 de diciembre de 2008.

7 – James Hansen Investigación y ciencia, ISSN 0210-136X, Nº 332, 2004, págs. 22-31.

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