Jornadas Nacionales Sobre Cambio Climático
Sede Bariloche
Sección 1
A L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴
CIENCIA-JUSTICIA-TRABAJO
Valle de S. C. de Bariloche, 28 de septiembre de 2019
QQ∴HH∴, Cuñadas, Familiares, Amigos y Público presente
Cambio climático y energía nuclear
El efecto invernadero se entiende como la capacidad de mantener una temperatura habitable en nuestro planeta, debido a la absorción y emisión de radiación térmica producto de ciertos gases que se encuentran en la atmósfera, denominados “gases de efecto invernadero (GEI)”. Entre ellos, podemos mencionar al dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano, y todos ellos se encuentran en forma natural en el planeta, llevándose a cabo un ciclo de generación y absorción gobernado por los procesos atmosféricos y geológicos, sin intervención de la mano del hombre. Si no hubiera absolutamente ningún GEI, nuestro planeta simplemente estaría demasiado frío, estimándose una temperatura promedio de la superficie de la Tierra de aproximadamente -18°C, y siendo imposible la vida en nuestro planeta.
Si bien la presencia de estos gases en la atmósfera y su contribución al efecto invernadero se da en forma natural, desde la Revolución Industrial el consumo de combustibles fósiles impulsado por la generación de energía ha llevado a un rápido aumento de las emisiones de CO2, interrumpiendo el ciclo global del carbono y provocando un impacto de calentamiento global. El calentamiento global y un clima cambiante tienen una gama de posibles impactos ecológicos, físicos y de salud, incluidos eventos climáticos extremos (como inundaciones, sequías, tormentas y olas de calor); aumento del nivel del mar; crecimiento alterado del cultivo; y sistemas de agua interrumpidos. A la luz de esta evidencia, los partidos miembros de la ONU se han fijado el objetivo de limitar el calentamiento promedio a 2°C por encima de las temperaturas preindustriales.
Empecemos viendo brevemente cómo se ha calentado el planeta, particularmente desde la Revolución Industrial. En el cuadro siguiente se muestra el aumento de la temperatura promedio global por encima o por debajo de la temperatura de referencia de 1961-1990 en función del tiempo que abarca desde 1850 hasta 2018.
La línea roja representa la tendencia de temperatura anual promedio a lo largo del tiempo, con intervalos de confianza superiores e inferiores (el posible rango superior e inferior) que se muestran en gris claro. Vemos que en las últimas décadas, las temperaturas han aumentado bruscamente a nivel mundial, a aproximadamente 0,8°C más que nuestra línea de base. Cuando se extiende a 1850, vemos que las temperaturas eran entonces 0,4°C más frías que en nuestra línea de base de 1961-1990. En general, si observamos el aumento de la temperatura total desde tiempos preindustriales, esto equivale a aproximadamente 1,2°C. Ahora hemos superado la marca de un grado, un marcador importante ya que nos lleva a más de la mitad del límite global de mantener el calentamiento por debajo de 2°C. Si bien este gráfico no contempla las variaciones de temperatura global previas a la Revolución Industrial, podemos apreciar claramente una aceleración del efecto invernadero debido a la intervención del hombre mediante la combustión de elementos fósiles, entre otros.
Si ampliamos nuestra línea de tiempo hasta 1750 y sumamos la cantidad de CO2 que ha emitido cada país hasta la fecha, calculamos las “emisiones acumuladas” de cada país. Durante la mayor parte del siglo XIX, las emisiones acumuladas globales estuvieron dominadas por Europa: primero en el Reino Unido, el primer emisor de CO2 a escala industrial del mundo, luego a otros países de la (ahora) Unión Europea.
La contribución acumulada de los Estados Unidos comenzó a aumentar en la segunda mitad del siglo XIX hasta el siglo XX. Para 1950 su contribución alcanzó el 40 por ciento; Desde entonces, ha disminuido a aproximadamente al 26 por ciento, pero sigue siendo el más grande del mundo. Para 2015, China representaba el 12 por ciento de las emisiones acumuladas totales, siendo el segundo mayor emisor acumulativo del mundo, aunque todavía representa menos del 50% del total de los EE.UU., y la India, el 3 por ciento. América Latina, Asia y África, comenzaron a contribuir a las emisiones globales de CO2 mucho más tarde, en gran parte contenidas en los siglos XX y XXI.
Las emisiones de dióxido de carbono asociadas con la energía y la producción industrial pueden provenir de una variedad de tipos de combustible. La contribución de cada una de estas fuentes ha cambiado significativamente a lo largo del tiempo y aún muestra grandes diferencias por región.
En el cuadro a continuación, vemos la contribución absoluta y relativa de las emisiones de CO2 por fuente, diferenciada entre gas, líquido (es decir, petróleo), sólido (carbón y biomasa), quema de gas y producción de cemento. A nivel global, vemos que la industrialización temprana estuvo dominada por el uso de combustible sólido. El poder a carbón a escala industrial fue el primero en surgir en Europa y América del Norte durante la década de 1700. No fue hasta finales de 1800 que comenzamos a ver un aumento en las emisiones de la producción de petróleo y gas. Pasó otro siglo antes de que comenzaran las emisiones por quema y producción de cemento. En la actualidad, dominan el combustible sólido y líquido, aunque las contribuciones de la producción de gas también son notables. El cemento y la quema de gas a nivel mundial siguen siendo comparativamente pequeños.
El gran crecimiento en las emisiones globales de CO2 ha tenido un impacto significativo en las concentraciones de CO2 en la atmósfera de la Tierra. Si observamos las concentraciones atmosféricas en los últimos 2000 años, vemos que los niveles fueron bastante estables en 270-285 partes por millón (ppm) hasta El siglo XVIII.
Desde la Revolución Industrial, las concentraciones globales de CO2 han aumentado rápidamente, y ahora han roto el umbral de 400 ppm, considerado su nivel más alto en los últimos tres millones de años. Para comenzar a estabilizar, o incluso reducir, las concentraciones atmosféricas de CO2, nuestras emisiones necesitan no solo estabilizarse sino también disminuir significativamente, ya que el CO2 se acumula en la atmósfera en función del tiempo requerido para que lo emitido se elimine de la atmósfera a través de procesos naturales en el ciclo del carbono de la Tierra. La duración de este tiempo puede variar: parte del CO2 se elimina en menos de 5 años a través de procesos de ciclo rápido, mientras que otros procesos, como la absorción a través de la vegetación terrestre, los suelos y el ciclo en el océano profundo, pueden llevar de cientos a miles de años. Si dejáramos de emitir CO2 hoy, pasarían varios cientos de años antes de que la mayoría de las emisiones humanas fueran eliminadas de la atmósfera.
Sin embargo, el CO2 no es el único GEI que nos preocupa: las emisiones de óxido nitroso (N2O), metano (CH4) y una gama de gases de concentración más pequeños, como el llamado grupo de ‘gases F’, también han aumentado rápidamente a través de fuentes agrícolas, energéticas e industriales. Al igual que el CO2, la concentración atmosférica de los mismos ha aumentado rápidamente. La producción de alimentos, especialmente la cría intensiva de ganado para la carne y los productos lácteos, es uno de los principales contribuyentes al óxido nitroso y al metano. Dado que la ingesta de carne per cápita está fuertemente vinculada a los niveles del PIB , las emisiones per cápita de estos dos tienden a ser mucho mayores en las naciones de altos ingresos. Por lo tanto, si estos gases se incluyeran junto con el CO2, las desigualdades globales serían aún mayores.
Los gases de efecto invernadero varían en sus contribuciones relativas al calentamiento global; es decir, una tonelada de metano no tiene el mismo impacto en el calentamiento que una tonelada de dióxido de carbono. Definimos estas diferencias usando una métrica llamada ‘Potencial de calentamiento global’ (GWP), y mide el impacto de calentamiento relativo de una molécula o unidad de masa de un gas de efecto invernadero en relación con el dióxido de carbono en un plazo de 100 años.
En el cuadro a continuación, vemos la contribución de diferentes gases a las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Estos se miden en función de sus valores equivalentes de dióxido de carbono. En general, vemos que el dióxido de carbono representa alrededor de las tres cuartas partes de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, tanto el metano como el óxido nitroso también son fuentes importantes, que representan alrededor del 17 y el 7 por ciento de las emisiones, respectivamente. Colectivamente, HFC, PFC y SF6 se conocen como los ‘gases F’. A pesar de tener un GWP muy alto, estos gases se emiten en cantidades muy pequeñas; por lo tanto, solo hacen una pequeña contribución al calentamiento total.
Cuál es el mayor contribuyente a las emisiones de dióxido de carbono: transporte o electricidad, residencial o manufacturero?
En el cuadro a continuación vemos la proporción de emisiones de CO2 de la combustión de combustible derivada de cada sector. A nivel mundial, alrededor de la mitad de las emisiones globales fueron el resultado de la producción de electricidad y calor en 2014. Las industrias de transporte y fabricación contribuyeron aproximadamente con un 20 por ciento; servicios residenciales, comerciales y públicos alrededor del 9 por ciento y otros sectores que contribuyen del 1 al 2 por ciento.
¿Cómo se ve el futuro de nuestras emisiones de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero? En el cuadro a continuación, mostramos una gama de posibles escenarios futuros de emisiones globales de gases de efecto invernadero (medidos en gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente). Aquí, se muestran cinco escenarios:
• Emisiones proyectadas futuras si no se implementaron políticas climáticas; esto daría lugar a un calentamiento estimado de 4.1-4.8°C para 2100 (en relación con las temperaturas preindustriales)
• Calentamiento proyectado de 3.1-3.7°C para 2100 basado en las políticas climáticas implementadas actuales
• Si todos los países logran sus objetivos/compromisos actuales establecidos en el acuerdo climático de París, se estima que el calentamiento promedio para 2100 será de 2.6-3.2°C. Esto irá más allá del objetivo general del Acuerdo de París para mantener el calentamiento “muy por debajo de 2°C”.
• Hay una gama de vías de emisiones que serían compatibles con limitar el calentamiento promedio a 2°C para 2100. Esto requeriría un aumento significativo en la ambición de las promesas actuales dentro del Acuerdo de París.
• Hay una variedad de vías de emisión que serían compatibles con limitar el calentamiento promedio a 1.5°C para 2100. Sin embargo, todo requeriría una reducción muy urgente y rápida de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Como vimos anteriormente, alrededor de la mitad de las emisiones globales fueron el resultado de la producción de electricidad y calor en 2014. El acceso a la energía es un pilar clave para el bienestar humano, el desarrollo económico y el alivio de la pobreza. Asegurar que todos tengan acceso suficiente es un desafío continuo y apremiante para el desarrollo global. Sin embargo, nuestros sistemas de energía también tienen importantes impactos ambientales. Los sistemas de energía históricos y actuales están dominados por los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) que producen dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero , el motor fundamental del cambio climático global. Si queremos cumplir nuestros objetivos climáticos globales y evitar el cambio climático peligroso, el mundo necesita una transición significativa y concertada en sus fuentes de energía. Por lo tanto, equilibrar el desafío entre el desarrollo y el medio ambiente nos brinda el objetivo final de garantizar que todos tengan acceso a suficiente energía sostenible para mantener un alto nivel de vida.
Primero veamos cómo la producción mundial de energía, tanto en términos de cantidad como de fuente, ha cambiado a largo plazo.
En la visualización a continuación, hemos trazado el consumo de energía global desde 1800 hasta 2015. Si comenzamos en 1800, vemos que casi toda la energía del mundo se produjo a partir de biomasa tradicional (esencialmente quemando madera y otra materia orgánica). El mundo (predominantemente el Reino Unido) estaba usando una pequeña cantidad de carbón, solo alrededor del dos por ciento. Nuestra expansión hacia el consumo de petróleo no comenzó hasta alrededor de 1870. Dos décadas después fue seguida por el gas natural y la hidroelectricidad. Para 1900, el consumo de carbón había aumentado significativamente, representando casi la mitad de la energía global (la otra mitad restante de biomasa, ya que el petróleo, el gas y la hidroelectricidad seguían siendo pequeños). A mediados del siglo XX, la combinación energética se había diversificado significativamente; El carbón superó a los biocombustibles tradicionales y el petróleo fue de alrededor del 20 por ciento. Para 1960 el mundo se había movido a la producción de electricidad nuclear. Finalmente, las energías renovables de hoy en día (biocombustibles modernos, eólicos y solares) son relativamente nuevas, y no aparecieron hasta la década de 1980-90. No se han incluido otras fuentes renovables, como las tecnologías geotérmicas y marinas, porque los niveles de producción son muy pequeños.
En 2015, el mundo consumió 146,000 teravatios-hora (TWh) de energía primaria, más de 25 veces más que en 1800. Pero es sorprendente la combinación energética actual, en lugar de los niveles de consumo. Si bien algunos pueden tener la impresión de que las energías renovables representan una gran parte del consumo mundial de energía, su contribución total sigue siendo pequeña. Incluso si incluimos los biocombustibles modernos y la energía hidroeléctrica, sigue siendo inferior al cinco por ciento. Tenemos un largo camino por recorrer si queremos hacer la transición de una combinación de energía dominada por combustibles fósiles a una de bajo consumo de carbono. Sin embargo, la inversión y la producción de tecnología renovable está creciendo.
Si queremos reducir nuestras emisiones globales de gases de efecto invernadero , el mundo tiene que pasar de un sistema energético dominado por combustibles fósiles a uno bajo en carbono (esto es lo que la mayoría de los países han establecido objetivos a largo plazo para lograr dentro del acuerdo climático de París). Tenemos dos opciones para lograr esto: tecnologías renovables (incluyendo bioenergía, energía hidroeléctrica, energía solar, eólica, geotérmica y marina) y energía nuclear. Ambas opciones producen emisiones de CO2 muy bajas por unidad de energía en comparación con los combustibles fósiles. Llamamos a este proceso de transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía bajas en carbono ‘descarbonización’. Los combustibles fósiles siguen siendo la fuente de energía dominante. Si nos centramos en nuestro sector eléctrico en particular, ¿estamos teniendo un mejor desempeño?
Nuestro progreso en la última década cuenta una historia interesante. Estas tendencias pueden explicarse observando la proporción de fuentes de combustibles renovables, nucleares y fósiles en la producción mundial de electricidad. Como breve resumen: durante la última década (2005-2015), la proporción de energías renovables en nuestra combinación de electricidad ha aumentado en aproximadamente un 5-6 por ciento. Sin embargo, durante este mismo período, la participación de la producción nuclear ha disminuido casi exactamente la misma cantidad (5-6 por ciento). En general, esto significa que nuestra participación total en la producción de electricidad baja en carbono es casi exactamente la misma que hace una década. De hecho, si comparamos la proporción de electricidad producida por fuentes bajas en carbono (renovables y nucleares) en 2015 con la de 1990, vemos que se ha reducido en alrededor del tres por ciento. El progreso en la descarbonización de la electricidad se ha estancado en la última década como resultado de una creciente aversión a la energía nuclear.
El cuadro a continuación proporciona un desglose de las fuentes en la generación de electricidad. Desde 2005, el gas natural y el carbón han aumentado su participación en uno y dos por ciento, respectivamente, mientras que la contribución del petróleo ha disminuido en un dos por ciento. No obstante, en general, la mezcla relativa de fuentes de electricidad ha cambiado muy poco en las últimas décadas.
Voy a proceder a explicar brevemente cómo funciona una central nuclear, y cómo se genera energía eléctrica. El funcionamiento es muy similar a las centrales térmicas de gas: se procede a calentar agua hasta que cambie su estado de agregación de líquido a vapor, el cual se hace circular a través de grandes turbinas que, conectadas a un generador eléctrico, alimentan la red eléctrica.
La gran diferencia respecto a las centrales térmicas convencionales es que, para calentar el agua, no se utiliza la combustión de gas, sino que se utilizan configuraciones geométricas de uranio natural o enriquecido y que se encuentran a altas temperatura.
Por ello, se construye un circuito aislado de agua que permanece en estado líquido y que se calienta al atravesar el denominado núcleo del reactor, sin entrar en contacto con el uranio o los elementos radioactivos que la fisión del uranio genera. En este esquema, se observa que en ningún momento está presente la combustión de elementos fósiles, lo que hace que la energía nuclear sea la manera más eficiente de descarbonizar la matriz energética. Además, el espacio necesario para generar energía eléctrica en una central solar es 450 veces el necesario para generar la misma potencia mediante energía nuclear, y 400 veces en el caso de una central eólica.
Si tenemos en cuenta los procesos de manufactura para construir las centrales de transformación de energía, vemos que si bien los paneles solares no emiten CO2, su construcción contribuye más de 4 veces que la construcción de una central nuclear, y que la minería de tierras raras para construir los paneles emite 40 veces más radioactividad que la energía nuclear, ya que utilizar al uranio como combustible, que es un elemento natural del planeta.
En particular, la energía nuclear ha evitado la muerte de 1,8 millones de personas hasta la fecha, evitando la quema de combustibles fósiles. Si se tienen en cuenta los accidentes nucleares de Chernobil y Fukushima, suman un total de 34 muertes en más de 60 años de generación de energía (28 bomberos de Chernobil, 15 ciudadanos con cáncer de tiroides en Chernobil, 1 operador con cáncer en Fukushima). Más aún: vivir en grandes ciudades contaminadas incrementa el riesgo de muerte 2,8 veces si consideramos a los bomberos de Chernobil.
Voy a tomar dos países de ejemplo. Por un lado, tenemos a Francia, cuya matriz eléctrica está compuesta en más de un 70% por energía nuclear desde 1980 en adelante. Por otro lado, miremos que pasa en Alemania, país en donde se ha decidido cerrar todas las centrales nucleares luego del accidente de Fukushima, y decidió invertir en la generación de energía mediante recursos renovables, como ser la energía solar y la eólica. Luego de su ambicioso plan, llevado a cabo a partir de 2011, Alemania consiguió llevar la proporción de energía solar de un 10,6 a un 45,3%, la eólica de un 26,8% a un 52,7%, y disminuyó la nuclear de un 20,4 a un 9,5%. Sin embargo, para cumplir con dichas metas, debió llevar su consumo de gas de un 23,8 a un 29,6%, y las proporciones de carbón y petróleo no han variado sustancialmente desde entonces. Además, las energías solar y eólica solo pueden abastecer a la red eléctrica cuando hay un pico de disponibilidad de Sol o de viento (son denominadas plantas de punta), mientras que las centrales nucleares pueden funcionar las 24 hs para abastecer el suministro (denominadas plantas de base). Por ello, los alemanes deben comprar energía eléctrica a dos países cuando su producción no alcanzaba a abastecer el consumo: Francia, cuya matriz eléctrica es ¾ nuclear, y Polonia, con un 85% de generación de energía eléctrica a partir del carbón y el gas. Otro dato curioso, es que el costo promedio de la electricidad es el doble en Alemania respecto a Francia, si bien existen picos de generación de energías renovables en donde el Estado alemán paga a sus ciudadanos por excesos en la producción.
Finalmente, quisiera hacer mención del estado actual de nuestro país. Nuestra matriz energética se ha basado siempre en la combustión de combustibles fósiles, alcanzando porcentajes mayores al 50%, lo que implica una generación de GEI considerable. En lo que respecta a energía nuclear, somos pioneros a nivel mundial, contando con 3 centrales de potencia en funcionamiento (Atucha I, Atucha II y Embalse), 1 en construcción (proyecto CAREM, que se encuentra desarrollándose en Bariloche y construyéndose en el predio de las Atuchas) y 1 nueva en discusión (central china). Para entender la magnitud de lo dificil que es descarbonizar nuestro país, se estima que con la construcción de otras 16 centrales nucleares en el período 2019-2035 se podría reemplazar a todos los combustibles fósiles en la generación de energía eléctrica.
CONCLUSIONES
✔ Si no se toman medidas macropolíticas nacionales e internacionales urgentes, la temperatura del planeta podría aumentar más de 4°C.
✔ Las medidas urgentes implican aumentar los porcentajes relativos de las matrices eléctricas de las energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, mareomotriz) y nuclear, y disminuir la de los combustibles fósiles.
✔ Si bien la energía nuclear posee mala prensa debido a contados accidentes en su breve historia (comparándola con las demás), es la que menos CO2 genera durante la construcción y operación de las centrales, y la que más eficiencia presenta a la hora de generar energía de base.
Impacto ambiental y prácticas agroecológicas
A L.: G.: D.: G.: A.: D.: U.:
val .: San Carlos de Bariloche, 28 de septiembre del 2019 e.: v.:
Ubiquémonos en la Era del hielo, hace 12 mil años, el continente americano estaba unido al continente asiático por una enorme capa gélida, permitiendo una de las últimas grandes oleadas migratorias de la prehistoria. En lo que ahora se conoce como el Rio Hudson, existió un glaciar gigantesco de más de un kilómetro de altura que empezó a retroceder por efecto del deshielo causado por el inicio de un ciclo de aumento de la temperatura en la superficie del planeta. Desde entonces, los seres vivos se han adaptado a estos cambios más o menos al mismo ritmo, como lo habían hecho desde siempre, como parte de su continua evolución, como lo planteó Darwin. Este proceso de aumento de temperatura ha continuado dándose hasta nuestros días, sin embargo en los últimos 100 años, los registros muestran una notable aceleración del mismo, el clima se ha vuelto cada vez más extremo, records de temperaturas máximas y mínimas, sequías e inundaciones debido a la ampliación del rango de los regímenes de precipitaciones, aumento de temperatura de los océanos que provocan tormentas nuca antes registradas, como los ejemplos más conocidos.
Sumado a esto, la población humana se ha incrementado exponencialmente debido, entre otros factores, a los avances científicos, especialmente en las áreas de la medicina y la tecnología, cambiando los paradigmas de la organización socioeconómica. El desarrollo de la industria empezó a demandar cada vez más fuerza laboral, las poblaciones hasta entonces mayoritariamente rurales empezaron a migrar hacia las ciudades, generando así, más demanda para satisfacer las necesidades alimentarias. La revolución verde vino de la mano del desarrollo tecnológico en el área de la producción agropecuaria, cambiando la forma de producir las materias primas para la industria y los alimentos para la población.
¿En qué consiste este cambio en la forma de producción agropecuaria? ¿Cuáles han sido sus consecuencias?
El día de hoy prevalecen 2 sistemas de producción agropecuaria, el tradicional, practicado desde la aparición de la agricultura y el agroindustrial,
¿Por qué son antagónicos estos dos modelos de producción agropecuaria?
¿Qué tienen que ver y en que influyen estos modelos de producción en la aceleración del calentamiento global? Ambos han causado impacto en la degradación de los recursos naturales, claramente uno más que el otro.
¿Existen propuestas para encontrar una alternativa de producción agropecuaria que sea sustentable y que ayude a reducir el impacto en el medio ambiente? Si, las hay, pero ¿son viables? ¿Son suficientes? ¿Estamos a tiempo?
Estos temas se han debatido durante muchas décadas y no se han logrado avances significativos en relación a resolver la problemática que hoy pone en jaque nuestra supervivencia como especie y así mismo, la de todas las demás especies.
¿Puede la ciencia y la tecnología salvarnos? Muchos académicos, Instituciones y Organizaciones de prestigio Internacional aseguran que sí.
Hace unos días leí un artículo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), publicado en diciembre de 1997 sobre cómo el cambio climático afecta a la agricultura en general y a la producción de alimentos en particular. Ciertamente esta visión ha cambiado y los debates se centran en una visión totalmente opuesta: ¿cómo influye la Agricultura y la forma de producción de alimentos en la aceleración del proceso del cambio climático y el calentamiento global?
Permítanme ahondar en el mismo artículo puesto que aunque parezca que no, algunas cuestiones se mantienen vigentes 20 años después desde el punto de vista de algunos sectores de la sociedad y de algunos sectores políticos, incluso dentro de la misma FAO.
En él se planteaba que la variabilidad del clima es el mayor problema de los agricultores hoy. Cuando mencionaba la variabilidad del clima se refería principalmente a los cambios extremos de los regímenes de precipitaciones y de temperatura, a los cuales responsabilizaba de la variabilidad productiva (cosechas perdidas por sequía o por inundaciones) y que éstos a su vez constituyen uno de los factores principales de la falta de “seguridad alimentaria”. Textualmente cito al artículo: “La variabilidad del clima como sus extremos pueden aumentar a consecuencia del calentamiento del planeta”. Resumiendo, no se logra satisfacer la demanda alimentaria por culpa del clima, y el clima se está volviendo más extremo debido al calentamiento global.
Actualmente existen otras posturas, como por ejemplo, que la aceleración del proceso del calentamiento global y los cambios climáticos extremos se generan por la degradación de los recursos naturales, como el desmonte, el monocultivo, la ampliación de la frontera agrícola ganadera, todas las anteriores causados por la forma de producción agropecuaria, sin mencionar los daños que causan las emisiones de carbono, la explotación minera y de hidrocarburos, etc.
No está de más decir que la injerencia y la hegemonía de la FAO son absolutamente relevantes y, considero que nos debemos escuchar las propuestas que están realizando en los más altos niveles de decisión respecto a políticas alimentarias.
Básicamente están trabajando en dos niveles para reducir las consecuencias de la variabilidad del clima y del cambio climático en materia de seguridad alimentaria.
– Proponen incrementar las capacidades (técnicas y tecnológicas) frente a dicha variabilidad, incrementando la “eficiencia y la flexibilidad” agrícola.
– Promover prácticas agrícolas que “toleren” las variabilidades del clima, como por ejemplo, la utilización de variedades de cultivos resistentes a la sequía.
¿Qué implica esto? Profundizar el uso de tecnología de punta, formación de cuadros técnicos con capacidades y aptitudes acordes a los avances tecnológicos, a saber: Producción intensiva con maquinaria, distribución masiva de insumos químicos, paquetes tecnológicos para la implementación de organismos modificados genéticamente, etc.
Si bien el diagnóstico de los fenómenos climáticos y de sus causas se han ido modificando, las propuestas para encontrar una solución para frenar el calentamiento global y para alcanzar la seguridad alimentaria, continúan siendo en general las mismas, con algunas excepciones para países subdesarrollados donde se incluyen algunas prácticas agrícolas de bajo impacto ambiental, pero también de bajo impacto económico como en Haití y otros pequeños estados insulares, mas debido a las limitantes estructurales de esos países que a una propuesta de desarrollo sustentable, basta con comparar el presupuesto asignado para estos casos con los presupuestos destinados a países con mayor potencial productivo y riqueza de recursos naturales.
El sistema de producción y de consumo sigue siendo el mismo que en el inicio del SXXI, incluso se ha ido profundizando, es por eso que se explica que las propuestas no cambien de fondo, y en consecuencia, los resultados tampoco.
Existen otras propuestas productivas englobadas en lo que se conoce como Agroecología, que tienen entre sus referentes a Rudolf Steiner AUS (agricultura biodinámica), Masanobu Fukuoka NP (agricultura natural), John Seymour UK (agricultura autosuficiente), John Jeavons US (agricultura biointensiva), entre los más difundidos.
En general, la Agroecología se basa en la producción agropecuaria sustentable, principalmente agrícola, de pequeña y mediana escala, haciendo énfasis en el cuidado del medio ambiente en general y del suelo en particular, ya que su filosofía contempla valores y propósitos muy distintos a los otros dos sistemas agropecuarios mencionados anteriormente. Dicha filosofía está enfocada en acompañar los procesos de la naturaleza y la de poder acceder a alimentos sanos.
Utiliza insumos naturales, herramientas manuales, también maquinaria apropiada, promueve la independencia económica tanto en la comercialización como en la adquisición de insumos, muchos de éstos auto producidos, entiende a la unidad productiva como un ecosistema equilibrado y por lo tanto las intervenciones de las labores culturales tienden a acelerar los procesos naturales y a optimizar el rendimiento productivo.
Genera autoempleo, favorece al desarrollo local y regional, y busca fortalecer y garantizar no solo la seguridad alimentaria, sino alcanzar la soberanía alimentaria, que son dos conceptos que se encuentran en niveles muy diferentes.
Es difícil que esta forma de producción se imponga sobre los demás, ya que la tendencia migratoria, como ya se mencionó, es el abandono de las zonas rurales hacia las grandes urbes. En tan solo 150 años, la población rural pasó de ser en 1869 del 77% a un reducido 10% hoy en la Argentina.
Este fenómeno favorece a los intereses de sectores muy poderosos, como por ejemplo al sector inmobiliario, al agro negocio, a las multinacionales mineras y por qué no, a parte del sector político que utiliza el clientelismo como base de su estrategia electoral, y por eso es que se encuentra mucha resistencia cuando se propone algo para frenarlo.
Se descarta la propuesta de una vuelta al campo de personas que han migrado a las ciudades, esto se interpretaría como algo absurdo e inviable. No hay condiciones para aplicar una política semejante, el contexto actual tampoco es el mismo que cuando se entregaron tierras a familias campesinas inmigrantes, y hace mucho que cambió el paradigma de ser “el granero del mundo” después de 2 guerras mundiales.
El ánimo de este trabajo no es el de denunciar las acciones de ciertos grupos de poder, ni a los que monopolizan los medios de producción, sino el de generar conciencia de la situación en la que nos encontramos y que podamos poco a poco ir cambiando hábitos que tal vez parecen pequeños, pero que si se masifican, pueden llegar a cambiar la conciencia colectiva y por qué no, la correlación de fuerzas.
¿Cómo empezar? Informándose, utilizar el sentido común, cuestionar mitos malintencionados, reciclar, organizarse, participar de espacios de intercambios de saberes, sumarse a propuestas de beneficio comunitario, consumir de producciones locales/regionales preferentemente de productos orgánicos, tomar conciencia, participar activamente dentro de la comunidad, entre otras.
Mucho está en juego, no lo tomemos tan a la ligera. El tono de la plancha es acorde a la gravedad de la problemática expuesta, y con el fin de cumplir el objetivo y mis intenciones de querer hacer un aporte, que ayude a generar conciencia en este tema de tan vital importancia para todos.
Muchas gracias por su atención.
http://www.fao.org/Noticias/1997/971201-s.htm
La agricultura y los cambios climáticos: la función de la FAO | 2 de diciembre de 1997