Hace unos días enfrentamos una de las mayores tragedias ambientales de la historia argentina. Mas de 800.000 hectáreas de la provincia de Corrientes, incluyendo áreas de la Reserva Nacional Esteros del Iberá, fueron arrasadas por el fuego.
Esta situación, que la mayoría de los argentinos presenciamos en vivo en nuestros televisores y teléfonos celulares, encendió la indignación, la estupefacción, solidaridad, empatía, enojo, reclamos al Estado; imágenes terribles de animales, árboles y plantas fagocitadas por el fuego incontenible nos generó muchísima impotencia, el fuego mostró ser incontenible.
Fue un infierno que creció y se esparció por el territorio correntino mientras la sociedad civil y la política lo observaba por la televisión, Instagram y Twitter.
Todavía está en debate cómo sucedió; si fue intencional, o no; si los recursos del gobierno nacional o provincial estaban adecuados, o no.
Pero sobre algunos datos y evidencias sí podemos estar seguros:
– En esta época del año la provincia debería estar 40% cubierta de agua pero debido a la sequía la cobertura es solo el 15% del territorio.
– El aumento de la temperatura y el aumento de sequías afecta a todo el país desde hace varios años. Desde 2019 fuimos testigos de incendios forestales en casi todo el territorio nacional.
– La peor cosecha de los últimos 50 años, que sufrimos en 2018, es otro ejemplo de cómo está cambiando nuestro clima y las consecuencias que esto genera en la economía argentina.
– Las altas temperaturas que sufrimos en los últimos años son cada vez más frecuentes.
– Este fenómeno tiene, entre otros causantes, los cambios de uso del suelo en Brasil que aumentan los vientos secos por la ausencia de cobertura selvática.
– Las condiciones climáticas ya no son las mismas que hace 20, 30 o 50 años.
– Los cambios en el clima están sucediendo tal como los informes del IPCC han pronosticado desde hace años (sequías y tormentas más frecuentes e intensas).
– Los métodos y estrategias utilizados hasta algunos años para combatir el fuego hasta hoy no alcanzan.
De estos datos de la realidad podemos aprender – ¡debemos aprender! – y apelar a la ciencia como nuestra aliada. Pero, ¿Qué podemos aprender?
– El clima está cambiando y debemos adaptarnos a ello. Incorporar eso a la producción, la infraestructura y la economía.
– Debemos capacitar a productores rurales y visitantes de reservas en el manejo del fuego para ser mucho más cuidadosos. Que las prácticas que antes eran seguras hoy son extremadamente peligrosas.
– Debemos usar la ciencia y la técnica para mejorar las alertas tempranas: existe tecnología satelital que permite medir la sequía hasta un metro bajo tierra; desplegar una estrategia de alerta con participación ciudadana con teléfonos celulares; hacer más eficiente la burocracia para la emergencias; actualizar comunicaciones, equipos, capacitaciones, entre otras medidas.
– Incorporar la variable del Cambio Climático a la toma de decisiones: la Educación ambiental en todos los niveles y segmentos, a fin de incorporar estos cambios en los hábitos y prácticas ciudadanas y de la burocracia a todos nivel de gobierno; políticas públicas pensadas desde los riesgos que el Cambio Climático nos presenta; los pronósticos de los impactos del cambio climático nos muestran que los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes, debemos incorporar estas variables para evitar más muertes y pérdidas económicas.
– Existe una Ley de Educación Ambiental y la Ley Yolanda de capacitación estatal. Debemos aplicarlas.
– Informes de diferentes organismos internacionales plantean escenarios donde los efectos climáticos impactarán fuertemente en la producción agropecuaria tal como hoy se está desarrollando. Usemos los escenarios y los análisis científicos para planificar.
El Cambio Climático no es una emergencia, ya es una cotidianidad. No enfrentarlo es meter la cabeza en la tierra como la avestruz. Negar los datos científicos es negar la realidad. Negar la realidad significa no tomar dimensión del impacto ecológico, económico y humanitario de lo que ha sucedido.
El Cambio Climático es el mayor desafío colectivo de la humanidad, eso significa que todos y cada uno de nosotros debemos adaptarnos: modificar hábitos y costumbres. Es un desafío que nos interpela como especie, como sociedad, como civilización. Adaptarnos significa entender nuestro entorno y cambiar al respecto. Lo han hecho nuestros ancestros miles de años atrás, hoy nos toca a nosotros.
Los incendios en la Provincia de Corrientes serán recordados como una de las mayores tragedias ecológicas de la historia argentina, pero no será la última. Desde 2018 tenemos señales concretas que estos no son sucesos extraordinarios, su frecuencia y magnitud van en aumento y sus consecuencias en el mismo sentido, porque el Cambio Climático ya está entre nosotros.
Lic. Javier Vázquez
Coordinador de la Subcomisión de Cambio Climático de la Comisión de Ciencia y Técnica de la GL:.